UN LLAMADO CON CAUSA

¿Dónde puedo esconderme de tu espíritu? ¿Cómo podría huir de tu presencia? Salmos 139:7

Mi vida comienza con esta pregunta: ¿Dónde estaba Dios?

Soy un chico que viene de una familia donde mi padre es Guatemalteco y mi madre Chiapaneca, ambos provenientes de comunidades indígenas?.  Mi infancia comenzó tras la partida de mi padre al migrar a los Estados Unidos para darnos una mejor vida.

Luego comencé a dar mis pasos en la secundaria y ahí comenzaron mis sueños con el arte. Era un adolescente que rayaba sus cuadernos en vez de entregar tareas y durante este tiempo fue donde llegaron mis primeras amistades (por cierto, nada buenas) que eran adolescentes de no tan buena fama. Pero uno de ellos me enseñó a pintar y ahí empecé a pintar (rayar) de manera clandestina los muros de mi secundaria, sin embargo, mi mamá nunca supo lo que yo hacía.

Después de un tiempo, estaba por iniciar la preparatoria cuando mi mamá comenzó a asistir a la iglesia con mi hermano mayor. Ellos me llevaban a las reuniones, pero realmente solo iba por compromiso ya que durante este período yo continuaba dibujando. Pertenecía a un grupo de la escuela donde pintábamos, pero también nos saltábamos las clases. Desatendí muchas veces mis estudios, pero yo seguía aferrado a seguir pintando. Ese era mi enfoque.

Antes de terminar mi preparatoria, conocí a Dios de una forma graciosa. Mi mamá invitó a una vecina a una reunión de jóvenes y ella aceptó, pero no quería ir sola, así que me pidió que la acompañara y yo fui con ella. Aquella tarde el que recibió a Cristo en su corazón fui yo y no ella. Este día lo recuerdo muy bien porque fue un día chistoso.

Después de este evento, pasaron los meses hasta que un desastre natural, el Huracán STAN en el 2005, azotó mi ciudad y destruyó una cuarta parte de la misma. Aquí mi familia y yo perdimos todo: casa, posesiones y todo lo que mi padre había logrado en 8 años durante su estancia en los Estados Unidos. Recuerdo que él se sentía triste al ver todo lo que estaba pasando, ya que también estuvimos atrapados por horas antes de que todo fuera destruido.

Como familia fuimos trasladados a un albergue, ya que toda la ciudad estaba en caos por la destrucción. Los días pasaban y todo estaba incomunicado, cuando de forma repentina fuimos desplazados mi padre, mi hermano y yo. Los días se complicaban más y más, hasta que la iglesia y nuestra familia nos ayudaron. Después de un mes pudimos estar reunidos en familia y rentamos un lugar para vivir. Éste fue un evento que como familia no entendíamos por qué ocurría, pero era la preparación para cambios que necesitábamos en la iglesia y en nuestra vida particular.

Tiempo después de todo esto, tuve la oportunidad de terminar mi preparatoria, y en esta temporada fue donde conocí a una chica de la iglesia que era más joven que yo. Mientras yo estaba por salir de la preparatoria, ella estaba por salir de la secundaria. Nos enamoramos y aquí comenzó mi historia de amor: dos chicos enamorados, que comenzaron a verse a escondidas. Ella era la primera novia que había tenido en toda mi vida.

Mientras tanto, pasaban las semanas y meses hasta que nuestras familias se enteraron y para hacerlo de manera responsable, pedí permiso a su familia de continuar la relación y lo anunciamos en la iglesia.

Algo chistoso sucedió en esta temporada: el papá de ella no era cristiano en ese momento y aunque me dio permiso para visitar a su hija, no podría ser en su casa. Así que nos asignaron un lugar fuera en donde estaban las gallinas. Como todo adolescente orgulloso, di gracias, pero decidí nunca más regresar a esa casa.

Para este momento, todo continuaba: mis estudios, mi noviazgo, la iglesia, el deseo de entrar a la universidad y estudiar arte. Pero no podía hacerlo en mi ciudad porque esta carrera solo estaba en escuelas particulares y eran muy costosas. Así qué por decisiones extrañas, terminé estudiando Ingeniería Industrial solo porque tenía la materia de dibujo. ¡Qué locura!

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Mientras estaba estudiando la ingeniería, conocí el arte profesional y ya no solo el callejero. Ahí comencé a representar a mi universidad en festivales, y así fue como junté artes con ingeniería. Al mismo tiempo seguía llevando mi vida escolar, laboral, mi noviazgo y la iglesia.

Terminé mi carrera universitaria, y comenzaron mis viajes en el arte. Me aventuré a viajar para tener reconocimientos internacionales y conocer mucha gente. Pero haber llegado a este punto fue difícil, porque mi padre nunca estuvo de acuerdo con esto y las pláticas en casa no eran tan buenas.

Siempre salió a relucir la frase: “Dedícate a algo productivo, ocúpate en tu ingeniería“. Esto me dolía tanto y me ponía tan mal que por eso mi relación con mi familia nunca fue buena, no existía confianza y, por ende, la que era mi novia, se convirtió no solo en mi novia sino en mi confidente, mi amiga y básicamente todo aquello que yo no tenía en casa.

Con el paso del tiempo decidí emprender un camino a mi manera: era independiente, tenía mis propias cosas, un auto, ahorros y un nuevo trabajo en el gobierno. Las cosas pintaban para tener una vida estable. En el 2016 entre charlas con mi novia, ya estábamos planeando casarnos y viendo el lugar donde construiríamos la casa donde viviríamos.

El siguiente año, un evento que ocurrió en su familia vino a afectar también nuestra relación y fue ahí donde comenzaron las discusiones y el distanciamiento, incluso mi vida espiritual no era buena y correcta. Y fue a finales del 2017 que sin más que decir, mi novia decidió irse sin avisar. Solo desapareció.

 Aquí inició la etapa más difícil en mi vida:  se había ido quien era todo para mí. Fue tan difícil el mes de diciembre, porque todo había terminado y yo no veía ningún futuro ni planes para mí. El 2018 lo inicié cuestionando a Dios por todo lo que había ocurrido, y comencé con cuadros muy fuertes de depresión que comenzaron con momentos de silencio hasta convertirse en una enfermedad muy severa.

Mi familia pensaba que lo estaba superando, pero la realidad era que yo me sentía morir lentamente por la depresión. Acudí al médico porque ya no podía dormir y tuvieron que medicarme para lograrlo. Fue entonces cuando intenté suicidarme consumiendo 12 pastillas que tomaba para conciliar el sueño.

Hoy puedo decir que por la gracia de Dios es que yo estoy vivo. Mi familia no sabía nada de esto, hasta que tuve que contarle a mi hermano la realidad en la que me encontraba. Fue muy difícil, y mi vida se tornó aún más complicada pues comencé a hacer cosas malas. Yo deseaba terminar con mi vida a toda costa.

Ese deseo estuvo a punto de volverse una realidad, porque un día mientras yo viajaba en mi auto sufrí un grave accidente. Aquel día se convirtió en el parteaguas que necesitaba, porque Dios sabía que si yo continuaba con mi vida como la llevaba hasta ese punto, podía morir y perderme para siempre. Tras el accidente perdí dinero, mi salud, mi auto y adquirí deudas grandes.

Lo único que deseaba en ese momento era morir, pero mis padres me ayudaron. Pasé un buen tiempo en rehabilitación, y Dios hizo un milagro. Recuperé mi salud después de casi dos meses, y fue ahí cuando un grupo de misioneros llegó a mi casa. Estos misioneros provenían de JUCUM y su plan era viajar hacia Nicaragua, pero les cancelaron su viaje de último momento y llegaron a mi ciudad de forma extraña pero perfecta al mismo tiempo. Mi ex novia seguía sin aparecer, y yo no sabía absolutamente nada de ella.

Durante la visita de estos Jucumeros, Dios hizo grandes cosas comenzando con la restauración de mi vida al escuchar el testimonio de una de las chicas del equipo. En ese momento, yo estaba ayudándoles durante su estancia en mi ciudad facilitando las rutas y lugares para trabajar.

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Cuando se fueron, me sentía alegre pero muy triste al mismo tiempo porque era momento de enfrentar mi realidad. Había sido restaurado, pero mi corazón seguía con mucho dolor y confusión. Dios comenzó a darme nuevas oportunidades en muchas áreas de mi vida ya casi cuando cerraba el 2018, pero para mí era triste, porque de nuevo se acercaba diciembre y mi ex novia seguía sin aparecer. Fue un mes difícil, pero ahora ya no estaba solo, mi familia estaba conmigo. Comencé el 2019 con deudas que tenía que pagar como consecuencia del accidente, pero mi relación familiar iba creciendo y sabía que todo estaba bajo el cuidado de Dios.

Ese mismo año recibí una llamada para colaborar en un mural en Jalisco en el mes de julio, y mientras me encontraba allá, me hicieron una invitación para estar en una escuela de verano en JUCUM Morelia. La invitación vino de parte de un amigo brasileño que había conocido ese mismo año, ya que, para ese entonces, había ganado la fama como “el traficante de jucumeros brasileños” porque los brasileños que conocía, llegaban a mi ciudad y yo les ayudaba con sus trámites para permanecer en el país.

Llegué a JUCUM Morelia donde no hice la escuela por falta de alumnos, pero decidí quedarme como voluntario para trabajar en actividades artísticas con los niños de una casa hogar. Al mismo tiempo, yo le contaba a Dios sobre mis anhelos de ir a Medio Oriente y trabajar en comunidades con México.

Fue una temporada muy extraña, pero Dios estaba planeando todo. En este momento, tuve que regresar a Chiapas porque la salud de mi abuela era muy mala, y cuando llegué lleno de muchas preguntas, ella falleció. Eso significó otra pérdida en los últimos años, sentía que iba de pérdida en pérdida.

Al mismo tiempo de enterarme de que mi abuela había muerto, me llegó la noticia de que mi ex novia había aparecido y estaba de regreso en la ciudad. Intenté buscarla, pero su familia no me dejo verla y así continuaron los días sin una explicación de lo que había ocurrido. A finales de ese año, estaba recibiendo una noticia más: ella estaba a punto de casarse.

Ahí comenzó uno de los peores momentos en mi vida y mi mente comenzó a llenarse de tantas preguntas: ¿Por qué se fue? ¿Por qué se va a casar? ¿En qué momento conoció a ese chico? ¿Por qué no quiso casarse conmigo? Al final, se casó y a mi celular llegaron fotografías de su boda. Ese día lo único que deseaba de nuevo era morir, sin embargo, ahora era diferente porque sabía que Dios estaba conmigo, pero eso no impidió que la culpa llegara a mi vida y me atormentara cada noche.

El siguiente año fui elegido para representar a México en el arte a nivel internacional siendo sede la Ciudad de México y de inmediato hice mis maletas. Fue tan grato estar ahí porque ganamos el segundo lugar recibiendo una medalla de plata. Había tanta felicidad, pero también sabía que mi corazón seguía mal.

Ya no pude regresar a casa porque fue justo cuando comenzó la pandemia y perdí mi vuelo, y fue justo en ese momento cuando recibí la invitación para trabajar en un proyecto grande de escultura y murales. Sabía que sería un largo tiempo, pero al menos tendría una entrada de dinero para seguir pagando mis deudas. Fueron cuatro largos meses donde Dios trajo tantas respuestas a preguntas que seguían rondando en mi cabeza.

Luego de esta jornada, fui invitado una vez más a Jalisco para participar en murales donde estuve dos meses y medio para después seguir trabajando en Puebla con más murales. Antes de trasladarme a Puebla, estuve una semana en la Ciudad de México para tomar un breve descanso y entonces recibí la llamada de un amigo de la base de JUCUM Morelia que me invitaba a visitarlos. Llegué a Morelia y fue cuando el plan de Dios comenzó a manifestarse…

Yo estaría en la base solo por tres días, porque solo iba de visita, pero Dios estaba siendo muy intencional conmigo. Tuve la oportunidad y excusa perfecta para quedarme más días para pintar un salón de clases. Mientras pintaba y los días avanzaban, algo en mi corazón me decía: ¡quédate! Pero también algo en mi interior me decía que solo era una emoción y yo tenía deudas que pagar todavía, trabajo y proyectos pendientes.

Mi último día en la base le dije a Dios: “si es tu voluntad que yo esté aquí, debes darme tres confirmaciones que eres tú y debo quedarme.” Antes de la media noche, Dios ya me había dado la respuesta y aunque una parte de mi seguía diciéndome que debía regresar otra también me decía que debía quedarme. Ha sido la decisión más grande de mi vida, pero la más importante: decidí quedarme.

Yo sabía que Dios estaba planeando algo con todo esto, y tomé la decisión de formar parte de la EDE de septiembre del año pasado. Las primeras semanas eran batallas tan fuertes en mi mente donde me preguntaba constantemente: ¿Dios, para qué me trajiste aquí? Y no fue hasta la semana de Sanidad Interior cuando pude entender lo que Él tenía para mí, cuando el director de la base entró a la clase a responder en cinco minutos lo que tanto tiempo le había cuestionado a Dios acerca de tener una familia.

A partir de ese momento, todo cambió drásticamente y mi escuela giró en torno a rendir y sanar muchas áreas de mi vida, a crecer en mi relación con Dios y conocer más del corazón Paternal de Dios, justo lo que me había hecho falta por muchos años.

Así fue como llegué a JUCUM, afirmando mi ministerio y sanando áreas de mi vida que necesitaban ser restauradas. Mi cruzada fue muy difícil porque dejé de depender de mí mismo, aprendí a rendirme y confiar totalmente en Dios. Fue de las cosas más complicadas, pero no imposibles. Logré graduarme en febrero de este año.

El resultado de todo este proceso fue un cambio radical en mi vida. Dios reestableció la relación con mi familia. Mi papá después de tantos años ahora tiene una relación personal con Dios. El papá de mi ex novia y su familia decidieron seguir a Cristo. Mis deudas se cancelaron. Mi salud ha mejorado considerablemente. Hoy creo firmemente en la familia como diseño original. Oro por mi futura esposa e hijos y mis anhelos son casarme y formar una familia en la voluntad de Dios. Sigo creciendo y conociendo a Dios para darlo a conocer. Soy misionero de tiempo completo a través de mi profesión. Soy personal de la base de JUCUM Morelia.

Ahora…



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Soy Nery Muñoz López, tengo 33 años, soy artista plástico, soy Ingeniero Industrial, soy certificador de artesanías, pero mi identidad es ser HIJO DE DIOS !!

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